Fue en mi primer dia en la escuela cuando vi por primera vez una Camelia, un recuerdo imborrable: en un pequeño y umbrío jardín delante de mi escuela había una esplendorosa Camelia, un arbusto de forma redondeada, compacta con hojas de un brillante verde oscuro y flores muy dobles, casi como pequeños coles, rosadas claro en la base y mas intenso en la punta de los petalos.. una belleza indescriptible.. fui ocho años a esa escuela y la visión de esa Camelia me fascinó durante todo ese tiempo. Jamas volví a ver una Camelia así, de flores tan dobles, tan redondas! Pasarían muchos años desde aquella primera vision de una Camelia hasta que finalmente tuviese una en mi Jardín. Cuando pienso en esto me resulta increíble e imperdonable haber vivido tantos años sin Camelias! Desgraciadamente no son plantas muy populares en los jardines de mi zona. Siempre que camino por la calle miro las plantas y los jardines de las casas y muy rara vez he visto Camelias, lo cual es extraño teniendo en cuenta su increíble belleza y lo bien que se dan en este clima.
Las Camelias son originarias del sudeste de Asia, la mayoría de las variedades ornamentales proceden de China y Japón de zonas subtropicales húmedas en aquellos países donde suelen crecer en areas semi sombreadas especialmente en bosques de coníferas. Las camelias son plantas acidofilas que prefieren la semisombra y la mayoría no toleran frios intensos y prolongados. Aquí al norte de la provincia de Buenos Aires el clima es ideal para las Camelias: veranos largos y lluviosos e inviernos suaves y cortos. El suelo también parece ser el indicado, si bien yo nunca hice una prueba del PH de la tierra de mi jardín mis Camelias nunca se ponen cloróticas (mis hortensias si, un misterio que algún dia trataré) Las flores de las Camelias no tienen perfume y varían enormemente, según el cultivar pueden ser dobles, semidobles o simples en colores que van del rojo intenso al blanco pasando por toda la gama del rosado en colores uniformes y matizados.
Las Camelias han sido cultivadas en Asia durante miles de años pero llegan a Occidente en el siglo XVIII causando furor entre los nobles y adinerados quienes las mantenían en invernaderos ya que se creía que por venir de tierras tan lejanas y exóticas las Camelias debían ser muy sensibles a los inviernos europeos. En el siguiente siglo se descubriría que algunas Camelias eran más resistentes al frio de lo que se pensaba y podían cultivarse en el exterior todo el año, esto popularizó su cultivo en los jardines de todas las clases sociales.
En lo personal tengo verdadera adoración por las Camelias. Existen otras plantas que me fascinan de igual modo pero el clima de mi zona se interpone entre ellas y mi jardín: Tulipanes y Peonias son imposibles y mis amadas Rosas son un una agobiante lucha sin cuartel contra enfermedades y plagas de todo tipo pero la Camelia es una planta de belleza sublime que no da problemas (salvo un ocasional ataque de mosca blanca en plantas jóvenes.) Para despedirme queridos lectores les dejo una aria de la Ópera La Traviata de Giuseppe Verdi cuyo argumento se inspiró en la celebre novela de Alexandre Dumas: La Dama de las Camelias.
Hasta la próxima!